Donde las calles no tienen estatuas: ¿Por qué los irlandeses odian a U2?

Son más grandes que Guinness y George Bernard Shaw. Entonces, ¿Por qué Bono y compañía son tan mal queridos en su propio país?


U2 en el escenario del estadio Twickenham, Londres, 9 de julio [Foto: RMV/Rex/Shutterstock]

Por tres décadas U2 ha llenado los estadios más grandes del mundo tan fácilmente como el guitarrista The Edge se pone su gorrito negro marca registrada. El alcance cultural del grupo es tan amplio como el escenario de forma arácnida de 200 toneladas en el que alguna vez realizaron sus gigantescos shows. Como exportación irlandesa, están en la misma categoría como George Shaw y Guinness.

Si otro país produjera la banda más grande mundo – y más aun con una población de solo 4.8 millones de personas – esperarías aeropuertos que tuvieran su nombre. Pero al caminar por Dublín, la ciudad natal de los músicos, raramente verás alguna imagen de Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. No hay un mural principal dedicado al grupo. Sin embargo, podrías, encontrar algún grafiti garabateado en paredes de concreto y puertas oscuras, opinando en un clásico argot irlandés que, “Bono is a Pox” [Bono es una mierda].


Bono con la bandera irlandesa en un concierto de 2009 [Foto: Kevin Mazur/WireImage]

Tienen sus fans locales, por supuesto. El último show en el Croke Park tuvo un lleno total de 73500 personas. Pero para enormes secciones de la población irlandesa, Bono es tan bienvenido como el herpes labial y el correo basura. ¿Cómo puede ser?

Muchos de los clientes del pub Grogans – un bar de tamaño medio del centro de Dublín en el cual podrías encontrar tanto a turistas como a auténticos irlandeses – comparten un desgaste con U2. No todos pueden llegar a la raíz de sus sentimientos, pero concuerdan en una cosa: simplemente no se reduce a los riffs con eco de guitarra o a los gestos grandilocuentes de su música.

“Creo que es una gran virtud de Bono. Hace mucho por caridad y por la pobreza, y aun así la gente todavía lo odia,” dice uno de los clientes de 24 años. “Realmente no me agrada. Quizá, es porque sea un poco santo. Puede ser los anteojos también. Nunca se saca los anteojos.” (Bono consigue un alivio cuando los amigos de este cliente le aclaran que el cantante los usa porque sufre de glaucoma.)

“Tampoco nos gusta porque lo hicieron bien,” agrega otro cliente. “No son los Dubliners, los Pogues, incluso los Cranberries – ellos no fueron tan grandes. Pero U2 lo hizo muy bien.”

En otra mesa, un cliente extiende el punto en el que el enorme éxito de la banda podría haberles jugado en contra contando la historia muy conocida de dos hombres mirando una gran casa en una colina. El primer hombre promete que un día vivirá en una casa así tan opulenta. El segundo, de Irlanda, maldice al dueño y promete que algún día le retorcerá el cuello. El mismo Bono contó esta fábula en una entrevista de 2005 con Conan O’Brien.


Bono y Larry Mullen Jr. actuando en el MetLife Stadium el mes pasado en New Jersey [Foto: Mike Coppola/Getty Images]

En otras palabras, el disgusto de la nación es el clásico “Bedrudgery” irlandés – el fenómeno en el que los irlandeses están predispuestos a sentir envidia y resentimiento hacia aquellos que alcanzan cierto nivel de éxito. Harry Browne, autor de The Frontman: Bono (In the Name of Power), cree que esta historia tiene cierta credibilidad. “Hay un orgullo de estar en la posición de tomar este largo objeto y reducirlo, que creo que es muy irlandés, un fenómeno post-colonial,” explica. “Creo que es un gran aspecto de eso.”

La idea del resentimiento irlandés es difícil de medir. Liam Neeson, Saoirse Ronan y Conor McGregor disfrutan de todos los despojos glamorosos de ser famosos pero han escapado del mismo rechazo. En la historia del rock, artistas como Thin Lizzy y Rory Gallagher son muy queridos entre sus compatriotas. Una estatua de Phil Lynott, líder de Thin Lizzy, se encuentra en la Harry Street de Dublín; hay esculturas y placas dedicadas a Gallagher por toda la isla en las cuales los aficionados pueden acercarse para glorificarlo. Si este resentimiento juega una parte en la impopularidad de U2, es únicamente incisiva cuando se trata de la banda.

Bono cree que algunos de los más críticos irlandeses se remontan a la oposición de la banda a Noraid, una organización que fundó el IRA durante The Troubles. Algunas excusas irrebatibles republicanas pueden señalar los vínculos de U2 con las figuras del establishment británico – más el propio nombramiento de Bono como caballero honorario – y llamarlo como traición, pero en 2017, ya son una pequeña secta.

No, es otro tema que realmente perjudica a la banda: sus arreglos impositivos. En 2006, U2 movió parte de sus negocios a Holanda, donde la tasa impositiva sobre las regalías es más favorable para los artistas. Cuando operas la escala financiera de U2, este es un detalle no menor. Irlanda fue golpeada por la quiebra financiera mundial de 2008; las comunidades fueron erosionadas por la austeridad, mientras la reputación de la banda como “evasores de impuestos” persistió. Como Bríd Smith, miembro del partido People Before Profit de Dublín, dice: “Bono es visto como parte del séquito de personas muy ricas que evitan pagar impuestos en este país, pero que disfrutan de estar en este país.”

Smith, agrega: “Hay una enorme cantidad de personas que solo ven a U2, y a Bono en particular, como hipócritas, porque sus arreglos impositivos están deliberadamente estructurados – y él no hace nada al respecto – para no pagar tantos impuestos.”

La cuestión sigue a la banda como una gran sombra. No hay cifras para ver, pero U2 ha negado consistentemente que su estructura impositiva sea de alguna manera inmoral. “Son algunas personas inteligentes que han trabajado para nosotros tratando de ser sensibles sobre la manera en la que somos gravados,” le dijo Bono a Sky News en 2015. “Pagamos una fortuna en impuestos, una fortuna, para que la gente sepa, y estamos muy felices de pagar una fortuna en impuestos.”

Pero el corazón del desprecio del público irlandés por U2 implica algunas de las actividades de Bono fuera de la banda. En el papel, su historia de 30 años como humanitario es impresionante: aumentar la concientización sobre el SIDA, haciendo lobby por condonación de la deuda del tercer mundo y fundando la organización internacional ONE Campaign. Casi nadie negaría que Bono se preocupa, genuinamente, por el sufrimiento humano de la Tierra y que quiere aprovechar su posición cultural para ayudar a erradicarla.


George W Bush y Bono fotografiados en 2006 [Foto: Jim Watson/AFP/Getty Images]

Para algunos, sin embargo, hay una hipocresía en el samaritano que evita al recaudador de impuestos, alineado con corporaciones como Apple, que están en una lucha legal contra el pago de impuestos en Irlanda, y que cena con George W. Bush y Tony Blair. Para otros, solo hay algo acerca de la arrogancia percibida de Bono que los irrita.

El libro de Browne pone a Bono como un símbolo de la explotación occidental. Él señala a las relaciones cercanas del cantante con Bush y Blair como algo que irrita al público irlandés. “Esa es, definitivamente, la fuente de algunos de los problemas que la gente tiene aquí con ellos,” dice. “La manera en la que las inquietudes, indudablemente genuinas, de Bono por los pobres termina jugando para la explotación neoliberal y haciendo la guerra imperial.”

“Hay una diferencia en acostumbrarse al poder y estar cercano al poder,” afirmó Bono en una entrevista con The Observer cubriendo su activismo en 2013. Cuando se trata de los nativos de Dublín, sin embargo, se necesitará de cambiar mucho a la gente irlandesa de sus posiciones arraigadas. Este vínculo fracturado con sus compatriotas es una espina firmemente clavada en la caja torácica de la banda. No puede ser sacada por un extraordinario estribillo o una hermosa balada.

Fuente: TheGuardian.com