No sólo para fanáticos

"U2 3D" registra los shows sudamericanos de la banda en 2006, que incluyen los de la Argentina.

"U23D" permite una sensación que ningún otro documental que haya registrado un concierto de rock ha logrado aún. El efecto tridimensional hace de las suyas para sentir esa inmediatez con Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr., por más que lo que hoy se estrena en el IMAX de Norcenter sea un "paseo virtual" por el escenario y sus inmediaciones.

La película fue filmada con el sistema especial de 3D durante los conciertos que la banda irlandesa ofreció durante el Vertigo Tour, la gira sudamericana que hicieron por febrero y marzo de 2006. Y gran parte de las actuaciones en el estadio de River Plate quedaron en el corte final del documental, ya que en los shows del 1 y 2 de marzo se utilizaron 9 cámaras para retratar en planos medios y lejanos a los cuatro músicos, y si algún fan se reconoce en el cine es porque se privilegió la reacción del público porteño. Pero, y aunque desilusione a más de uno, para los planos más cercanos la banda tocó diez temas la noche anterior del primer concierto en Núñez, obviamente sin público y para que las cámaras no molestasen en pleno show la visión de los fans.

La cara del por entonces presidente Kirchner, las banderas argentinas y el Monumental se ven apenas comienza la proyección. En los casi 85 minutos la banda interpreta catorce canciones. El recital virtual abre con "Vertigo", sigue con "Beautiful Day", pero no sólo han quedado elegidos temas de su último álbum. Allí están también "Sunday Bloody Sunday", "Miss Sarajevo", "Where the Streets Have no Name" o "With or Without You", para cerrar con "Yahweh", sí, de "How to Dismantle an Atomic Bomb".

El documental es bastante distinto a "U2: Rattle and Hum", de Phil Joanou, de hace veinte años, en la que el director de Estado de gracia siguió a la banda en el tour de 1987 por Norteamérica, e incluía entrevistas. Aquí se privilegia el sentido de "estar" en el mismísimo escenario, sentir que casi se los puede "tocar" y que hace falta agacharse para que la punta del bajo de Adam Clayton no nos golpee. Las cámaras tienen una ubicación de privilegio y el efecto en tercera dimensión es fantástico, todo lo cual -sumado al efecto del sonido envolvente y a la enorme pantalla- consigue que la proximidad con el show esté garantizada, entre los brazos que se elevan del público, casi delante de nuestros ojos.
Fuente: Clarin.com